martes, 29 de octubre de 2019

La Mente Cartesiana: ¿debe la Razón estar por encima de la Emoción?



Es cierto que la dualidad entre mente y cuerpo no es algo nuevo ni original del pensamiento de Descartes. Ya Platón, uno de los padres de la filosofía, diferenciaba entre el mundo sensible, aquello que podemos percibir con nuestros sentidos y que está apegado al cuerpo físico, y mundo inteligible, donde se encuentran la ideas puras, el saber verdadero y la idea de bien, entendida esta como el origen de todo lo que es bueno y correcto. A este último plano solo podemos acceder a través de nuestra razón, es decir, a través de la mente y su acción ajena a los sentidos, pues estos apenas nos muestran sombras o representaciones de las ideas verdaderas, de las verdades puras.


Sin embargo, en esta misma línea de pensamiento, Descartes, heredero de la corriente platónica, en un intento por construir un nuevo método para acceder a la verdad, separa de nuevo la mente, el ente puro, del cuerpo, algo así como una cárcel que nos limita y nos miente, puesto que para él nuestros sentidos pueden engañarnos y nuestras percepciones no ser más que eso, sombras traicioneras que nos pueden mostrar realidades que no existen: falsedades.

martes, 22 de octubre de 2019

La Psicología del Voto: ¿somos tan racionales como nos creemos?



Últimamente, en España, nos estamos acostumbrando al desgobierno, a vivir en funciones sin que aquellos a los que hemos votado, los representantes electos que deberían legislar para nuestro beneficio (nótese el ‘deberían’), lleguen a un acuerdo para generar la estabilidad que cualquier organismo vivo, y al fin y al cabo una sociedad puede entenderse como un símil de nosotros mismos, necesita para poder llevar a cabo sus funciones más vitales sin caer en la enfermedad y el colapso. Al fin de cuentas, y de eso ya hemos hablado en otros artículos y estoy seguro de que volveremos a hablar en el futuro, en estos momentos nos estamos desenvolviendo en un entorno tremendamente estresante de incertidumbre, indefensión y conflicto, ingredientes suficientes y necesarios para entrar de lleno en un estado de ansiedad que como sociedad, como estructura interconectada y doliente del efecto mariposa, puede arrastrarnos al final hacía un fallo multiorgánico donde la caída o subida de alguna de las incalculables variables que modelan nuestra realidad y nuestras vidas, nuestro futuro por decirlo claramente, haga caer otra pieza más del dominó, ya de por sí inestable e inseguro, de nuestra estructura de estado.