lunes, 13 de enero de 2020

Alimentos Tóxicos para la Mente



Acabamos de pasar las fiestas navideñas, esa época de desenfreno en todos los sentidos: mucho alcohol, mucho dulce, mucha carne, largas comilonas día sí, día también, y, por supuesto, muchos días y noches de fiesta, resacas y agotamiento por exceso de diversión, vida social y familia. Es habitual que tras estas fechas nos sintamos hinchados, hartos y saciados e incluso que nos encontremos más torpes, desmotivados o cansados que antes de los días festivos. ¿Cómo es esto posible cuando supuestamente, para aquellos que hayan tenido vacaciones, ha sido un periodo de descanso?



Uno de los motivos de este malestar es debido a lo que hablábamos en un anterior artículo relativo a la denominada “Fobia a la Navidad”. El estrés que le produce a muchas personas el tener que afrontar una situación de altas exigencias sociales, reuniones numerosas, fiestas, reencuentros familiares, o incluso el recuedo en estas fechas de seres queridos que ya no están, el sentirnos solos en contraposición a lo que se espera de las familias convencionales en la imaginería popular (producto de los anuncios, peliculas, series , etc. que cada Navidad nos bombardea con sus personajes llenos de felicidad y que consiguen alcanzar todos sus objetivos) o incluso la ruptura de las rutinas, pueden provocar en nosotros un estado de desazón, ansiedad, nerviosismo e incluso problemas en el estado de ánimo.

Pero, ¿nos puede afectar también a nivel emocional aquello que comemos y bebemos en estas fechas? La respuesta es sí.
Así como durante el resto del año es conveniente que cuidemos nuestra alimentación para tener un estado de salud mental y físico adecuados, durante las festividades navideñas solemos abandonar nuestras rutinas y esto nos pasa factura, bien porque nuestro cuerpo no está ya acostumbrado a este exceso de proteína, alcohol o dulces, o bien debido a los atracones puntuales que en ciertas ocasiones como Nochebuena, Navidad o Nochevieja solemos darnos para festejar estas celebraciones.

Y es que algunos de los alimentos estrella de las Navidades son los polvorones, turrones, mazapanes, tortas de pascua, etc. todos estos alimentos tradicionales, sí, pero no por ello exentos de un exceso de azúcar que, como ya hemos hablado en otras ocasiones, puede producirnos efectos perjudiciales a nivel cognitivo. Entre estas consecuencias negativas podemos encontrar problemas en la memoria, lo que a su vez se traduce en dificultades para el aprendizaje, todo esto acompañado, o provocado, por un déficit atenciónal. Esto, que puede ir en contra del sentido común de muchas personas que tengan la falsa creencia de que el cerebro necesita grandes cantidades de azúcar para funcionar con relativa eficacia, además puede traducirse en futuros problemas cardiovasculares. Por poner un ejemplo: un estudio de Journal of the American Medical Association (JAMA), determinó que las personas que consumían entre un 17-21% de las calorías diarias a través del azucar añadido tenían un alto riesgo de morir por causa de una enfermedad cardiovascular.

Por otro lado, el exceso de comidas en restaurantes, o las salidas diarias a la ciudad para disfrutar de la decoración y ambiente navideño puede producir también un incremento en el consumo de comida basura durante estas dos semanas. Aunque es bien sabido que estos alimentos ultraprocesados pueden producir obesidad y otros problemas en el organismo, muy poca gente conoce que, una ingesta excesiva de estos alimentos –3 o 4 veces por semana– puede provocar cambios en la química de nuestro cerebro, produciendo síntomas parecidos a los de la ansiedad y depresión. Además, y esto para muchos puede ser lo más impactante, el consumo excesivo de estos alimentos puede conllevar una situación parecida a la abstinencia de sustancias adictivas. Debido a la aparición de los síntomas anteriores, la comida basura va acompañada de problemas en la motivación, la memoria y el aprendizaje.

Otro de los protagonistas de toda sobremesa es el café, bebida que tomada en cantidades moderadas puede beneficiar nuestro rendimiento diario, pero que en exceso conlleva dolores de cabeza, ansiedad y problemas en el sueño. Además, una ingesta exagerada de cafeína puede causar confusión e incluso alucinaciones, pero estaríamos hablando de situaciones extremadamente raras.

Al igual que decíamos del azúcar, la sal, otro producto estrella en todas las comidas navideñas, puede tener consecuencias adversas para nuestros cerebros. Un exceso de sal, aparte de producir hipertensión y problemas cardiovasculares, puede representar un impedimento para nuestra capacidad de pensar y provocar una degeneración cognitiva más acelerada. Las dietas bajas en sodio son por otra parte mucho más saludables y previene todo tipo de accidentes cardiovasculares que pueden causar graves daños en nuestro cerebro.

Las fechas navideñas parecen sinónimo de excesos, pero debemos cuidar nuestra alimentación también durante estas dos semanas de fiesta. Además, es muy común pasado este periodo ponerse en manos de dietas milagrosas sacadas de páginas de internet sin ninguna supervisión de un profesional cualificado que le aconseje hábitos adecuados de alimentación. Estas dietas, en ocasiones basadas en el ayuno o, como las dietas detox, en alimentos que no aportan ningún valor nutricional y pueden provocar más daño que beneficio.

Mi consejo ante estas circunstancias es usar siempre el sentido común, entendido este como la búsqueda del equilibrio entre el darse un capricho y tener un control sobre nuestra conducta alimentaria, evitar los atracones sin dejar de disfrutar de las comidas y probar de todo sin abusar de nada.

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