miércoles, 15 de abril de 2020

El Mal Menor, la toma de decisiones imperfecta.


Economistas: se debe abrir un poco la mano con la economía. Médicos: ¿estamos locos? No se puede abandonar el confinamiento total. Psicólogos y pedagogos: los niños deberían poder salir de forma controlada para evitar problemas psicológicos. ¿Quién tiene razón? Todos ellos.


Pero entonces, ¿no existe una verdad absoluta? Bueno, como todo, nada es tan sencillo, la verdad es mucho más compleja. La respuesta corta es: sí, por supuesto que existe una verdad. En una situación perfecta, deberíamos mantener la cuarentena hasta sus últimas consecuencias.

Sin embargo, existen muchísimos factores y esto es como hacer equilibrios en la cuerda floja. Por lo tanto la toma de decisiones depende no sólo de los factores objetivos que son los que son y no tienen un valor por sí solos, sino emocionales y motivacionales. Es poner en la balanza el mal menor, lo que, aun haciendo daño, produzca el menor perjuicio posible. Nada de lo que se elija será bueno, no se puede acertar, pero de todas formas se tiene que elegir, y las variables determinantes ante el proceso de decisión cambian constantemente. Todos nos enfrentamos a tomas de decisiones imposibles y muchos pensamos que lo que hemos elegido era lo mejor. Pero esto, realmente, depende de nuestras experiencias, creencias, intereses, prioridades, etc. y cada persona tiene unas características psicológicas diferentes.

Por eso, cuando alguien discute de política, cuando elegimos un bando u otro, cuando intentamos convencer a otro de lo idóneo de nuestra decisión o elección, debemos tener siempre presente, y más ante el clima de incertidumbre y tensión creciente actual, que seguramente ambos tengáis razón a vuestra manera, que ambos estéis mirando la realidad desde vuestro particular prisma, desde vuestro punto de vista subjetivo y que, por ese mismo motivo, nada es real y todo es cierto, que la situación es un desastre y a la vez no es tan mala como podría ser. No odies, porque el odio es la victoria de tu enemigo, o la derrota de uno mismo contra sí; di lo que pienses sin miedo, pero no denigres ni insultes, porque eso no es libertad, sino opresión; y, sobretodo, no confundas emoción con razón, miedo con certeza.

Todo pasará, lo que hagamos después marcará la diferencia. ¿Qué futuro queremos dejar á nuestros hijos? ¿Qué mundo nos gustaría habitar cuando salgamos a él?

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