En la actualidad la población española se eleva a 46.659.302 habitantes, de los que aproximadamente el 17% son mayores de 65 años (unas 8 millones personas). Esto supone un 16% más que en el Censo oficial de 2009 y, atendiendo a datos históricos, más de 8 veces la población anciana que había en España en el año 1900. Desde principios del siglo pasado la población en general se ha multiplicado por 2.5.
En España el proceso de envejecimiento de la población comenzó más tarde que en el resto de países europeos pero con una mayor intensidad. Desde el año 1981 hasta el 2011 la población mayor de 65 años casi se multiplicó por 2 y se espera que en las próximas décadas este incremento continúe hasta alcanzar los 15 millones de ancianos en el año 2050, casi el doble que en la actualidad, llegando a ser el 36,4% de la población española.
Según la “World Population Prospects 2012” de Naciones Unidas, desde la segunda mitad del siglo pasado hasta 1985, la población mayor de 65 años aumentaba a un ritmo algo menor del 1% anual. Sin embargo, desde 1985 se ha observado que la población mayor crece a un ritmo de casi el 1,5% hasta la fecha en la que se recogieron los datos y se prevé que la población de este grupo de edad siga creciendo de manera espectacular para luego ir descendiendo en el último quinquenio, en contraposición a la población total que apenas asciende.
Estos incrementos responden a hechos plenamente conocidos como la explosión del baby boom en los años 60 y 70, la crisis de los años 80, la llegada de grandes contingentes de inmigrantes a nuestro país y al periodo de bonanza económica vivido hasta el 2007. Actualmente, sin embargo, nos encontramos en un punto de inflexión donde España no crece demográficamente, incluso nuestra población se ha reducido en unas 200 mil personas desde el 2011, lo que no afecta al aumento de la población mayor. Esto quiere decir, y atendiendo a los datos, que mientras que la población menor de 14 años se estanca, la población mayor sigue aumentando y en la actualidad se da la situación de que la población mayor de 65 años ha superado a la población infantil desde el año 2001.
Esta evolución también indica que la población mayor también envejecerá, es decir, los mayores de 80 años aumentarán de forma considerable hasta el año 2050.
Según estimaciones de las Naciones Unidas se prevé que superen el 8% de la población de los países desarrollados y el 4% de los que están en vías de desarrollo. En España podemos observar este incremento si atendemos a los datos históricos, donde pasamos de un 0,6% en los primeros años del siglo XX a un 1,6% a mediados del siglo pasado para situarnos según los datos de 2011 en un 5,2% de la población total. Si se proyectan estos datos hacia el futuro, se estima que el 14,9% de la población española será mayor de 80 años en el 2050.
Además, el incremento de la población centenaria, que actualmente se sitúa en el 0,1% de la población mayor (8.143 personas), se estima que en el 2050 pase a situarse en el 0,45% (69.386 personas). Y si hablamos de la esperanza de vida por sexo, según los datos aportados por el “Informe 2012, Personas Mayores en España”, y que parecen tener vigencia en la actualidad, es de 79,2 años para los hombres y 85 para las mujeres. Por lo tanto la media conjunta sería de 82,1 años. Es importante resaltar que la media de esperanza de vida en España se sitúa por encima de la media de la Unión Europea.
Las principales causas de mortalidad en los mayores.
Las principales causas de muerte en la población mayor son las enfermedades degenerativas, enfermedades del sistema circulatorio y tumores. Es conveniente mencionar que las enfermedades del sistema circulatorio han dejado de ser la primera causa de muerte para personas mayores, debido seguramente a la mejora de la calidad y el estilo de vida y a los programas de prevención que existen en la actualidad.
En España las personas que abandonan la actividad laboral entre 50 y 69 años debido a problemas de salud y discapacidad es del 29,3%. En la actualidad la EVLI (Esperanza de Vida Libre de Incapacidad) a los 65 años es de 13,1 años para varones y de 13,6 años para las mujeres. Además, para los hombres la EVLI severa a los 65 es de 14,2 años, sin embargo, para las mujeres es de 15 años.
En cuanto a la dependencia, debido al envejecimiento de la población el número de personas con limitaciones de su capacidad funcional crece en los grupos de edad superiores, especialmente a partir de los 80 años. Por lo tanto, la tasa de dependencia de personas mayores de 65 años se espera que alcance el 30,4% en el año 2020 y el 62,4% en el 2050.
Pero, ¿con quien conviven nuestros mayores?
En España el 22% de las personas mayores de 65 años o más viven en hogares unipersonales, siendo mayor el porcentaje de mujeres que viven de esta forma, aunque el matrimonio continúa siendo la principal forma de cohabitación entre personas mayores de 65 años (el 42%). El 49% viven en hogares formados por dos miembros, notándose un incremento si tomamos referencias de datos anteriores, siendo que el 55% de los hombres y el 44% de las mujeres viven en este tipo de hogares. Por otra parte, los hogares formados por tres miembros constituye el 17,31%, los de cuatro miembros el 6,73% y los de cinco o más el 5,72%.
La experiencia de envejecer: ¿Qué aspectos determinan la entrada en la vejez? ¿Cuál es la percepción que la sociedad tiene sobre las personas mayores?.
Según la encuesta IMSERSO 2010, el 36% de las personas mayores cree que no existe una edad de entrada en la vejez. Sin embargo, el 30% de los encuestados relacionan a las personas mayores con un mal estado de salud, debido a que para estas personas lo que mejor define a una persona mayor es que no pueden valerse por sí mismas y necesitan cuidados. También se vincula a las personas mayores con el aislamiento familiar y social, así como la soledad (el 9%) y el 6% los consideran una carga. Además, se podría añadir que el 10% identifica a la persona mayor como aquella que no tiene obligaciones.
En la sociedad actual, se tiene la percepción de que las personas mayores tienen necesidades de tipo económicas, pensándose que deberían tener más ingresos. Esta opinión se da por igual en hombres y mujeres sin importar el grupo de edad. En segundo lugar queda el evitar la soledad, especialmente importante para personas mayores de 80 años, o recibir una mejor atención médico-sanitaria. En tercer lugar estaría una mayor necesidad de apoyo familiar o de la sociedad y ocupar mejor su tiempo libre.
La vida cotidiana: actitudes, valores y emociones en la vejez.
Según una encuesta del IMSERSO, es el cuidado de los nietos mientras los padres trabajan la principal ayuda que las personas mayores ofrecen a la familia (el 31,3%). Además, encontramos que si no se hace en la actualidad, esta labor se ha realizado en el pasado en el 37,5% de los casos. El porcentaje de aquellos que pese a tener hijos nunca han desarrollado esta actividad es del 20%. Sin embargo el grado en que las personas mayores ayudan a sus familias varía dependiendo de la edad. Hacia la mitad de las personas entre 65-69 años realizan esta actividad frente a una de cada diez cuando la edad supera los 80 años.
La mitad de los encuestados, al preguntarles, aseguran que no tienen demasiadas obligaciones, pero que aun así suelen pasar su tiempo ocupados. De la otra mitad, el 31% asegura que tienen tantos quehaceres que les falta tiempo y el 15% las que aseguran que no encuentran nada que hacer y el día se les hace muy largo. La sensación de excesiva actividad cotidiana, de falta de tiempo, se da mucho más entre la población femenina que entre los varones (el 34,4% frente al 26,2%) y sobre todo entre las personas de 65-69 años (el 55,8%). La situación contraria, sin embargo, es mucho más frecuente entre personas mayores de 80 años (27%).
En cuanto a quién les acompaña en su tiempo diario, el 59,3% afirma que son familiares y el 23% las que afirman que están solas todo el día. Este porcentaje es mayor entre mujeres que entre hombres y a aumente en mayores de 80 años.
Principales actividades desempañadas dentro del tiempo de ocio sedentario y dinámico.
Más de un 50% de las personas que se acaban de jubilar desempeñan una nueva actividad de no realizaban cuando estaban trabajando. Entre estas, las más abundantes son el deporte o ejercicio físico, seguidas de los cursos de manualidades, el turismo, salir con los amigos y cultivar algún huerto o jardín. Sin embargo, hay un 40% que aseguran que no han iniciado ninguna actividad nueva tras la jubilación y esto puede desembocar en una sensación de insatisfacción que promueva la aparición de futuras patologías como la depresión.
En cuanto al ocio sedentario, la mayoría de las personas lo primero que verbalizan cuando se les pregunta por qué hacen cuando se sienten solas es poner la televisión o la radio, en contra de otro tipo de actividades más dinámicas y que estimulen cognitivamente a los ancianos. Sin embargo, es conveniente distinguir que son las mujeres las que buscan de forma habitual un entretenimiento más apegado a la casa en comparación con los hombres.
Aun así, haciendo un balance, las personas mayores que se encuentran satisfechas o muy satisfechas con su vida son más numerosas que aquellas que no lo están (un 60% contra un 25,6%).
Dificultades para el futuro.
De aquí al año 2050, el incremento de la población anciana supondrá un reto demográfico difícil de afrontar tanto para los gobiernos como para la sociedad en general. Actualmente, España está a la cabeza de los países con mayor esperanza de vida, seguramente debido a nuestro clima, nuestra alimentación y un excelente sistema de salud pública que, pese a los defectos que podamos encontrar, garantiza que la mayoría de la población reciba una atención sanitaria adecuada. Y esto, pese a ser una gran noticia, también conlleva consecuencias tanto para el sistema de pensiones, que en la actualidad ya tiene dificultades para hacer frente a los gastos de una población tan envejecida, como para las familias, que verán como sus familiares ancianos vivirán más estos deberán hacerse un hueco en nuestra sociedad, buscando nuevos roles diferentes a los que en la actualidad desempeñan. A su vez, la oferta residencial y de centros de estancias diurnas quedará en breve desbordada, por lo que la inversión en este tipo de infraestructuras y servicios también deberá incrementarse, todo un reto para las arcas del estado.
Y a nivel psicológico, ¿cómo afecta esto a los mayores?
Como hemos comentado con anterioridad, es muy importante la forma en que la tercera edad disfruta de su tiempo libre, debiendo procurar que las actividades que realicen fomente una buena estimulación cognitiva y física que fomente un buen estado de salud en estas etapas. Además, las relaciones sociales y el grupo de apoyo del que dispongan tras la jubilación son tremendamente importantes debido a que el tiempo que antes de dedicaba al trabajo ahora se ha de dedicar al tiempo libre y aquellas personas que no tengan hobbies o actividades complementarias tienen riesgo de caer en un estado depresivo, difícil de detectar en los ancianos ya que se camufla con los síntomas comúnmente identificados con la vejez.
Por lo tanto, en un futuro muy cercano, deberemos hacer frente al reto de lidiar con una sociedad cuya pirámide poblacional es totalmente diferente a la que históricamente estamos acostumbrados, donde la base se habrá invertido y la población anciana será el doble que en la actualidad. Por mucho que nos pueda costar, y junto con otros factores como el avance de la robótica para realizar trabajos que antes desarrollaban los humanos, estas circunstancias nos obligarán ha realizar una reestructuración completa de nuestro cultura y nuestra sociedad.
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