martes, 9 de octubre de 2018

Ser Autónomo: ¿un deporte de riesgo?


Ser autónomo se ha convertido en un deporte de riesgo. IRPF, IVA, Trimestrales, etc. son una preocupación constante en las mentes de cada trabajador por cuenta propia que día tras día luchan por salir a delante y por llegar a final de mes con un beneficio superior a lo endeudado. Por eso no es de extrañar que, a la larga, la salud termine pasando factura a estos trabajadores que están 24 horas pensando en su negocio.




Y es que el Hospital Universitario de Bellvitge, en Barcelona, presentó un estudio en 2016 donde mostraban la evidencia de que la probabilidad de tener una baja de larga duración a causa de trastornos mentales se duplica en el caso de los autónomos. Según ellos, estos hallazgos demostraban la relación existente entre precariedad laboral y salud que vino acompañada por la crisis económica que aún colea a día de hoy. 

La Doctora Eva Real, directora del estudio, afirma que las bajas estudiadas por trastorno mental no se explican tan sólo por motivos médicos, sino que existen otros factores demográficos y sociolaborales que influyen sobremanera en la duración de las incapacidades laborales, más allá de la gravedad del trastorno.

Para realizar este estudio, se analizaron un total de 7.112 trabajadores catalanes con bajas por trastorno mental desde el año 2008 hasta el 2012, de entre los que un 40% sufrieron una baja de larga duración. 

Este análisis de los datos demostró que no existían diferencias significativos en cuanto al sexo del trabajador, pero sí en cuanto a la edad de este y al régimen de cotización al que pertenecía. Descubrieron que ser autónomo y tener más de 50 años, no tener un contrato laboral estable y trabajar en sectores como el de la construcción o inmobiliario, así como sufrir un trastorno mental grave, eran factores que propiciaban las bajas laborales de mayor duración.

Además, en cuanto a las enfermedades mentales, descubrieron que los trastornos psicóticos y de personalidad eran más proclives a bajas más largas que los trastornos de ansiedad, que estaban relacionados con bajas de más corta duración.

Estos datos resultan relevantes debido al incremento en las bajas laborales a causa de trastornos mentales que se ha producido en muchos países europeos, llegando a ser en alguno de ellos la primera causa de bajas de larga duración. Además, según la OCDE, entre el 33% y el 55% de las nuevas solicitudes de incapacidad permanente se formulan debido a un trastorno mental, y esta cifra aumenta hasta el 70% en adultos jóvenes.

¿Fruto de nuestro tiempo?

Aunque los datos del estudio se remontan hasta los primeros años de la crisis económica, no debemos olvidar que la precariedad laboral no nos ha abandonado hoy en día. Aunque la tasa de paro se ha reducido en los últimos años, los salarios no han recuperado aún el nivel en el que se encontraban antes del 2008, por lo que podemos considerar que este estudio es tan válido para el momento actual como para hace 10 años. 

Desde mediados de la primera década del siglo XXI se nos ha venido advirtiendo desde diferentes ámbitos, como económicos, laborales, sociales, etc. de la transformación que estaban sufriendo los entornos laborales. Antes del cambio de siglo no era extraño que una persona empezase a trabajar de joven en un trabajo y se terminara jubilando en este mismo puesto. Sin embargo, esto cada vez es menos habitual y los trabajadores estamos obligados a permanecer activos y atentos, reciclándonos periódicamente para mantenernos actualizados en el mundo actual.

Son estas necesidades y exigencias cambiantes de nuestro entorno lo que nos genera cierta sensación de desasosiego e incertidumbre, y la incertidumbre nos mantiene en un constante estado de alerta que a la larga nos termina pasando factura. A esto lo llamamos distrés

El distrés es como llamamos al estrés negativo, al que nos acompaña durante más tiempo del necesario y a la larga se termina convirtiendo en un estrés crónico que nos desgasta física y mentalmente. Este estado es el causante en muchos casos de los problemas de ansiedad, de fobias e incluso puede devenir en depresiones y otros problemas de salud. 

Y es que la incertidumbre y el estrés prolongado parecen un rasgo característico de todo autónomo, que debe de estar alerta ante las necesidades cambiantes de su entorno de trabajo, cuyos horarios deben ser tan flexibles que terminan por desaparecer y cuyos ingresos mensuales no están garantizados, sino que fluctúan dependiendo de las necesidades del sector al que se dedica, de su pericia para conseguir nuevos clientes y de los cambios sociales y demográficos del momento.

Sin embargo, esto no solo afecta a los autónomos, aunque sobre ellos pese una carga que con el tiempo parece haberse hecho más pesada gracias al mantra imperante en los últimos años del “emprendimiento”, sino también a los trabajadores temporales, aquellos que encadenan contratos de corta duración en diferentes sectores y que de dependen de la estacionalidad. Estos trabajadores también sufren esta incertidumbre, pues no saben cuando van a conseguir un nuevo contrato ni si este va a poder cubrir todas sus necesidades, por lo que en ellos también se genera la misma incertidumbre a la que antes nos referíamos.

¿Cómo superar el distrés?

Aunque es imposible escapar de las responsabilidades del trabajo, si hay una serie de recomendaciones que podemos llevar a cabo para que el estrés del día a día no nos supere y reforzar nuestra salud.

Por ejemplo, la práctica de deporte regular ayuda a luchar contra el estrés, la ansiedad y la depresión, de la misma forma que las técnicas de relajación, como la respiración controlada, y de meditación, como el Mindfulness pueden darnos ese espacio vital necesario para gestionar los problemas que surgen cada jornada. Además, tener un buen control de nuestras habilidades sociales, ser asertivo y saber manejar de manera eficaz nuestra relación con los clientes, proveedores, socios, etc. nos prevendrá, a su vez, de conflictos y tensiones en el ámbito laboral, lo que repercutirá en una mejor gestión de nuestras emociones y una disminución del estrés para darnos mayor seguridad en nosotros mismos y en nuestra capacidad para resolver conflictos.

Sin embargo, poner solución a los problemas mentales derivados del ejercicio laboral no puede convertirse únicamente en un problema de salud mental del que deban ocuparse médicos y psicólogos, sino un asunto institucional y político, al que se le debe dar solución a través de un marco más estable y garantista que reduzca la inseguridad y la incertidumbre de los trabajadores, lo cual repercutirá en la salud de estos.

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