lunes, 1 de octubre de 2018

Mindfulness: la plena consciencia

Dr. Kabat-Zinn


El concepto de Mindfulness comienza a desarrollarse en la Universidad de Massachusetts a finales de la década de los setenta, sobretodo a cargo del Dr. Kabat-Zinn, quien era el fundador de la Clínica de Reducción de Estrés de dicha Universidad. Durante estos años, había comenzado a aplicar diferentes técnicas de meditación budista con pacientes en sus consultas, descubriendo grandes resultados positivos. Más adelante, el Dr. Kabat-Zinn comenzó a difundir los fundamentos de estas técnicas de meditación pero arrebatandoles su contenido religioso y espiritual y centrándose en los conceptos más básicos.



Pero, ¿cómo podríamos definir el Mindfulness? ¿Es una simple técnica de meditación? 

Según sus defensores, el Mindfulness no se limita a la práctica de la meditación, sino que sería una filosofía de vida, la interiorización de ciertos hábitos y costumbres que te hacen centrarte en el momento presente y disfrutar del ahora, tomando plena conciencia de todas las acciones que llevamos a cabo a lo largo del día y disfrutando de ellas porque deseamos hacerlo.

Y es que el concepto de “plena consciencia” es el punto clave del Mindfulness, tomar plena consciencia del momento presente, sin juzgarlo, es decir, sin hacer valoraciones con respecto a lo que se le está prestando atención. A través de esta práctica, el Mindfulness pretende deshacerse de los malos hábitos mentales, como proyectarnos constantemente en el futuro aguardando la felicidad en lo que está por venir, sintiendo preocupación e incertidumbre por algo que aún no ha pasado y que no podemos controlar en lugar de en lo que nos ocupa en el aquí y el ahora, en el momento presente.

También puede ocurrir al contrario, que sea nuestro pasado quien nos haga prisioneros, rememorando constantemente aquello que nos hizo daño, que nos molestó, nos afectó y nos llevó a padecer de alguna forma. Según la filosofía del Mindfulness, tendemos a actuar atendiendo a estas experiencias, a nuestros recuerdos dolorosos, sin embargo, el pasado ya no está aquí, es solo un fantasma que nos atormenta y nos impide ser libres. 

Y, ¿cómo pretende el Mindfulness que nos deshagamos de estos hábitos? 

Pues simplemente siendo conscientes de ellos. Una vez que aprendemos a reconocerlos podemos tomar el control sobre ellos y trasladar de nuevo nuestra atención plena sobre el momento actual. Para esto utilizaremos las técnica de la respiración consciente, es decir, meditar centrándonos conscientemente en nuestra respiración, saboreando cada exhalación y realizando el ejercicio constante de apartar aquellos pensamientos intrusivos que nos vienen de manera automática. 

¿Moda o Panacea?

Existen suficientes evidencias científicas que avalan resultados positivos por parte de la práctica del Mindfulness como herramienta para reducir la ansiedad, depresión y estrés, así como para prevenir la depresión en pacientes con cáncer y mejorar la salud mental de aquellas personas con enfermedades crónicas. Sin embargo, esto convierte a la práctica de la “Atención plena” en una herramienta más dentro del conjunto de ellas que tenemos dentro del ámbito psicológico. El Mindfulness puede reducir los niveles de ansiedad en los pacientes, pero, como método único de tratamiento, no va a la causa del problema y por lo tanto no genera una solución real. Un paciente deprimido podrá encontrar cierto alivio en la práctica de la meditación y la respiración controlada, pero serán necesarias otro tipo de intervenciones para que supere esta enfermedad. La práctica del Mindfulness genera innegables efectos positivos en aquellos que la practican, pero tiene la misma validez que el deporte, la danza o tocar un instrumento para reducir estos efectos y el profesional debe utilizarlo como recurso para alcanzar un fin y no como fin mismo.

Además, esta práctica no ofrece nada nuevo que no existiera ya en el mundo de la psicología, donde el control de la respiración y diferentes técnicas de meditación se han venido utilizando desde siempre y podemos encontrarlas en manuales de terapia conductual como herramientas básicas del psicólogo. Tampoco podemos dejarnos en el tintero que no todas las técnicas sirven para todo el mundo. Yo, por ejemplo, me he encontrado con pacientes que responden bien ante la técnica de Relajación Progresiva de Jacobson y otros sin embargo a quienes les resulta incómoda y desagradable. Lo mismo ocurre con el Mindfulness. Se han dado casos en que su uso, lejos de reducir el estrés lo ha aumentado al desbloquear traumas del pasado o ha producido despersonalización (efecto en el que el paciente se vé a sí mismo como si estuviese en una película) en algunos pacientes. Evidentemente, estos no son resultados comunes, sino excepcionales, pero nos hacen aconsejar que esta práctica se haga siempre guiada por un profesional formado que controle la situación y guíe a la persona para alcanzar los objetivos deseados.

Por todo esto, debemos entender que el Mindfulness no es una panacea ni una filosofía mágica que nos cura de todo mal, pese a lo que algunos gurús interesados puedan publicitar. Se trata de una herramienta útil siempre y cuando se realice con una guía adecuada por un profesional de la psicología y como hábito en nuestro día a día puede ayudarnos a reducir el estrés y la ansiedad que nos producen el mundo actual. Pero más allá de eso el Mindfulness no ha demostrado ser mejor que el deporte u otras técnicas de meditación que ya se utilizaban en el pasado. Queda por ver si tiene repercusiones positivas en la atención de aquellos que lo practican pero, por desgracia, no existen estudios concluyentes al respecto.

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