A partir de este año la adicción a los videojuegos pasará a ser una enfermedad reconocida por la OMS. Y es que el entretenimiento electrónico lleva con nosotros desde finales de los años 70, pero nunca ha sido tan accesible como en la actualidad donde ya no es necesario disponer de un ordenador o videoconsola para jugar, sino que ahora llevamos un centro de entretenimiento constantemente en el bolsillo. Además, los niños tienen un smartphone cada vez a más corta edad, lo cual, por un lado, les hace habituarse desde muy temprano con la tecnología y, por otro, les lleva a entender el mundo de una forma totalmente distinta a cómo lo hemos hecho en el pasado.
Pero, ¿a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de adicción a los videojuegos?
Según la OMS, en su epigrafe de “trastornos debidos a comportamientos adictivos”, esta adicción se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego "continuo o recurrente" vinculado a tres condiciones negativas provocadas por el mal uso de los juegos digitales:
1) la falta de control de la conducta de juego en cuanto al inicio, frecuencia, intensidad, duración, finalización y contexto en que se juega.
2) el aumento de la prioridad que se otorga a los juegos frente a otros intereses vitales y actividades diarias.
3) el mantenimiento o escalada de la conducta a pesar de tener conciencia de las consecuencias negativas.
Aunque en la mayoría de los casos la gente que juega a videojuegos no tiene ningún problema y el uso moderado de estos puede resultar incluso beneficioso, ayudando a mejorar la coordinación y la rapidez de reflejos, así como llegando a ser una ayuda terapéutica en el caso de algunos trastornos como las fobias e incluso en niños con TEA, existe un sector cada vez más amplio de la población que sufre de dicha adicción.
Y, ¿cuando debemos considerar que existe un problema lo suficientemente grave como para pedir ayuda?
En esto, la OMS se ha apoyado en los criterios ya existentes para el abuso de sustancias y adicción al juego, lo cual ha provocado diversas críticas por parte de los especialistas en este campo quienes han alegado que es pronto para hablar de un diagnóstico formal debido a la poca investigación y evidencia científica al respecto. Alegan también que esto puede provocar un gran número de falsos positivos que interferiría en futuras investigaciones.
De lo que sí podemos estar seguros es de que podemos hablar de adicción a los videojuegos cuando el problema es tan grave que produce un deterioro significativo en todos los ámbitos de la vida, tanto a nivel personal, social, familiar, educativo y ocupacional. Además, el problema debe persistir durante al menos 12 meses, aunque este tiempo puede acortarse siempre que los síntomas sean suficientemente graves y se den todos los criterios diagnósticos:
- Falta de control sobre la frecuencia, duración, intensidad, inicio, finalización y contexto de la actividad.
- Prioridad creciente al juego frente a otras actividades e intereses vitales diarios.
- Además, se considera un marcador del trastorno la continuidad o aumento de la conducta pese a la aparición de consecuencias negativas.
A su vez, es importante diferenciar entre adicción a los videojuegos y uso excesivo, lo cual puede ser producto de otro tipo de problemas pero no conllevará obligatoriamente una adicción si no se dan los criterios anteriormente mencionados.
También es importante mencionar que una adicción, sea del tipo que fuere, produce un sufrimiento en la persona que no tiene control sobre su comportamiento, se convierte en la víctima principal de su adicción y, por lo tanto, no podría dejarla por más que quisiera si no se le procura ayuda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario