martes, 10 de diciembre de 2019

La Plaga Silenciosa



Habitualmente podemos observar en las televisiones, revistas y otros medios de comunicación campañas antitabaco, de seguridad vial, contra la violencia de género, contra el alcoholismo, etc. Sin embargo, y pese a que el suicidio es la mayor causa de muerte no natural en nuestra sociedad, parece que esta problemática, que se repite sí o sí sin que importe su publicidad, se trata de un tema tabú del que nadie quiere hablar.




Y es que cuando nos referimos a la posibilidad de que uno mismo acabe con su propia vida aún nos encontramos contra una barrera de prejuicios, creencias y miedos que nos impiden profundizar, informar, educar y prevenir este tipo situaciones. Estas polémicas las hemos visto hace bien poco en series como “13 Reasons Why” (Por Trece Razones) donde la escena correspondiente al suicidio de la protagonista ha tenido que ser censurada sin que los expertos se pongan de acuerdo en si este tipo de visualización del acto es perjudicial o no. Según el doctor Guillermo Lahera Forteza, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá (UAH) y representante de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB), lo importante no es que se de la información o no, sino la forma en la que se comparte esta. En el caso del que hablábamos anteriormente, la famosa serie de Netflix, se criticó duramente la aparente posición de la narrativa en cuanto al suicidio, puesto que muchos veían una justificación de la tragedia en el mensaje que la trama compartía, mientras que muchos otros entendían que se hacía hincapié en el tipo de sufrimiento silencioso que puede llevar a una persona a acabar con su propia vida.

Tendríamos que tener en cuenta que, aunque cuando nos referimos a los comportamientos suicidas solemos pensar en enfermedades mentales, este tipo de conductas autolíticas pueden darse en personas y situaciones muy diversas, siendo su génesis multicausal y debiendo tener en cuenta tanto su situación personal, su historia familiar, su estado mental y, por lo que se ha evidenciando, por sobre todas las cosas las redes de apoyos de las que disponen las personas. Este último punto es crucial en el entendimiento del acto suicida. Si el individuo vive una situación personal de desesperanza, ya sea por la pérdida del trabajo, de un ser querido o de su estatus social, o por la presión y sentimiento de rechazo que se da en su entorno –esto último podemos encontrarlo sobretodo en el caso de los adolescentes que evidencia de una forma cruda la famosa ficción–, los apoyos que encuentre a su alrededor, la sensación de sentirse a salvo, comprendido, de tener un pilar sobre el que sostenerse, puede ser la frontera entre la salvación y la total desesperación que es la que lleva a estas personas al fatal desenlace.

En este sentido, ante un escenario tan dramático como en el que nos encontramos, cuando una media de 10 personas se quitan la vida en el España cada día, la respuesta de la administración pública de salud es claramente insuficiente. Siendo estas cifras escandalosamente alta nos encontramos con que el sistema de salud mental en nuestro país no es capaz de asimilar este tipo de problemáticas y tratarlas con la importancia que merecen. Para muestra el dato de que el 90% de las personas que se han suicidado han acudido al médico en ese mismo mes, el 20% ese mismo día, y ante la desesperanza que ya arrastraban consigo, por el motivo que sea, se han encontrado con un sistema que debería protegerles y socorrerles y que sin embargo no es capaz de prestarles ayuda ni ofrecerles soluciones. En Murcia, sin ir más lejos, con suerte, la asistencia a salud mental en el Servicio Murciano de Salud da citas con un mes o dos de plazo, tiempo más que suficiente para que aquellas personas que no puedan permitirse una asistencia psicológica privada se encuentren ante una situación de desamparo que su estado mental de sufrimiento y desesperación no puedan soportar.


Suicidio y Depresión



Por otro lado, una red de apoyo suficiente no siempre da garantías de éxito en la prevención del suicidio. Una patología muy estrechamente relacionada con este es la depresión. Esta enfermedad viene acompañada de síntomas como el abandono de uno mismo y de su propia imagen y cuidados, la incapacidad para descansar o insomnio y un acentuado deterioro cognitivo. Estos síntomas producen que la persona depresiva se centre únicamente en los aspectos más negativos de su vida y de su situación actual, incapacitandola para que pueda ver más allá de sus miedos y desesperanzas. Por lo tanto, una persona que por sus propios sesgos cognitivos, producto de su propia situación personal y mental, no puede ver más allá de su propia enfermedad ni de tener esperanza en el futuro, ¿sería capaz de reflexionar sobre el después del propio acto suicida y concienciarse de las repercusiones de este? Por desgracia, como ya imaginaréis, la respuesta es no. Lo que busca un enfermo cuyo sufrimiento mental es insoportable es simplemente acabar con él, acallar su atormentado interior y abandonar una vida que sienten como “un valle de lágrimas”.

Por esta razón es tan importante una atención rápida y un tratamiento adecuado lo más pronto posible y el apoyo de un entorno que proporcione una relación de ayuda y supervise los avances del afectado. Hay que tener en cuenta que por su propia condición el paciente con depresión suele ser escéptico en cuanto al tratamiento de esta y a sus posibilidades para superarla, pero una intervención adecuada que tenga en cuenta un marco amplio de actuación, tanto psicológico como farmacológico, así como del entorno social y familiar, suele ser un buen punto de partida.

Evidentemente, la depresión no es el único desencadenante del acto suicida aunque suele acompañar al resto de patologías (comorbilidad). Existen muchas otras problemáticas que pueden desembocar en este final. Entre los trastornos psicológicos o psiquiátricos podemos encontrar que el trastorno bipolar, el trastorno límite de la personalidad, el consumo de drogas o alcohol, el trastorno de estrés postraumático o la esquizofrenia pueden desembocar en situaciones de autolisis. Además, un historial de abusos físicos, sexuales o emocionales, así como problemas actuales a nivel financiero o relacionales, son también precursoras de este problema. Sin embargo, todas las personas que piensan en quitarse la vida tienen algo en común: huir de una situación vital que les parece imposible de manejar puesto que se sienten avergonzados, culpables, una carga para los demás, víctimas o se sienten solos y rechazados.

Para finalizar, mientras que los hombres son más propensos que las mujeres a morir a causa de un suicidio, encontramos que estas son dos veces más propensas a intentarlo. Además, debemos desprendernos del mito de que una persona que anuncia su intención de suicidarse lo único que busca es llamar la atención sobre sí misma y por tanto no va a llevar a cabo el acto suicida. Esta creencia es falsa puesto que no buscan llamar la atención porque sí, sino como llamada de auxilio, como último intento desesperado de recibir ayuda y de encontrar una solución no fatal a su problema. Por lo tanto, si algún familiar, amigo o persona cercana nos comenta su intención de acabar con su propia vida lo mejor que podemos hacer es ayudarle, puesto que lo más probable es que lo intente o ya lo haya intentado sin éxito en el pasado.

Nos preocupa mucho la seguridad en la carretera, la violencia de género, el tabaquismo y el maltrato infantil, y hacemos bien, puesto que son trabas hacia una sociedad mejor. Pero no debemos olvidarnos del drama personal que viven miles de personas cada año en nuestro país, y en el resto del mundo, y que destroza a familias enteras que lo vivencian, en muchas ocasiones, con vergüenza, culpa y rabia, vestigios de una mentalidad antigua que debemos dejar atrás. Con los datos en la mano, el suicidio es una plaga silenciosa mucho más sangrante de lo que su visualización en los medios nos hace creer y a la que debemos poner remedio cuanto antes, primero con la adquisición de medios por parte de las instituciones de salud pública y segundo con la concienciación de la población.


Teléfono de la Esperanza: 717 00 37 17

Más información:


https://www.publico.es/sociedad/suicidio-no-nombra-existe-persiste.html

https://psicologiaymente.com/clinica/relacion-depresion-suicidio

https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/001554.htm

http://www.psicoter.es/_arts/90_A077_12.pdf

https://www.xlsemanal.com/conocer/psicologia-conocer/20191027/prevencion-suicidios-ayuda-psicologica-tabu-primera-causa-muerte-no-natural-espana.html


2 comentarios:

  1. Simplemente, impresionante el hermano de un amigo se suicido y no supe como ayudarlo a pasar esa pena pero al enterder tu blog me di cuenta que hay mucho trabajo que hacer, gracias me pereció muy interesante y a la vez muy educativo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario. La verdad es que sí hace falta mucho trabajo de concienciación, prevención y atención temprana. Esperemos que poco a poco la situación vaya cambiando y se le preste la atención que se merece.

      Eliminar